de una piedra abandonada
y ya no pueden contaminar.
Líneas de tinta roja.
Momias de doble espalda,
pliego sus folios
como un paracaídas.
Ha pasado un siglo.
Junto a la turba un ser de polilla
en una bombilla gris
cuando enciendes,
como una luz inventada para definir cosas
que dilata el cuerpo
de mi noche interna,
de la nada interna
de mi yo
que es noche,
nada.
El punto frágil atrae la poesía
al polvo de mi vida.
Qué instante tan raro,
qué raro es vivir.
Es tarde ya,
es hora de sacar al perro
de malos hábitos
para que se desgasten sus filos
y se pula de orillas.
En mi cama a veces duerme alguien
con manos de mujer cirujana
igual a Madame Bovary,
la que se pinta las uñas
de rojo anárquico
y se mira demasiado al espejo.
Estoy seguro que mañana
tendré los testículos pintados
tocando con alegría su vientre,
allá, en la oscuridad,
en el sueño insoportable.
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