martes, 25 de junio de 2013

No.





Puntuación 4/5 ****


 La película de Pablo Larraín, que cierra una trilogía de su autor sobre la dictadura chilena, recoge los pormenores de la campaña del sí o el no del plebiscito acaecido en el país sudamericano en 1988 y que apartó del poder a Augusto Pinochet. El aire de documental es tan evidente que a ratos uno se olvida de que tiene ante sí una obra de ficción en la que se suceden anuncios a favor del no o del sí. 



Las intenciones del director quedan claras desde el mismo título, aunque consigue tratar el tema sin que se le termine de ver el plumero, lo que en un asunto tan ideologizado es un acierto. Por momentos sabe fundir muy bien la política con el mundo publicitario representado en la figura del creativo, aquí un sólido Gael García Bernal.



Tampoco parece arbitrario que NO elija como tema central la campaña publicitaria del mismo nombre en el plebiscito que, en 1988, debía decidir la continuación del dictador Pinochet al frente de la jefatura del estado. Al igual que René Saavedra (Gael García Bernal), ideólogo y director de dicha campaña amén de protagonista de la película y alter ego del propio Larraín en la misma, huye del revanchismo político y de atizar los innegables crímenes de la dictadura, no porque no crea en ellos sino por intuir que el futuro y la alegría son armas más poderosas para lograr sus objetivos, el director de Post mortem también abandona la sintaxis de la denuncia más descarnada por acogerse a la socarronería y a la mirada irónica.

El humor negro nos sirve así para aligerar la digestión, habitualmente complicada y con tendencia a producir ciertos ardores, de la crónica histórico-política y a que, una vez más, el tema de fondo de la cinta y la propia mirada del director formen un conjunto coherente y homogéneo, dos vasos comunicantes con una misma función, transmitir un mensaje sin olvidar que el espectador debe divertirse en el proceso.

Con todo esto habrá quien pueda pensar que quizá el pecado de NO pueda ser el de la frivolidad o la ligereza, nada más lejos de la realidad, todo lo que debía ser mostrado está ahí y el espectador poco conocedor de este oscuro periodo de la historia de Chile saldrá de la sala con una idea más o menos completa de lo que supuso, así como de los movimientos que le dieron origen y fin. 


Lo vintage inunda la imagen, o más bien, la imagen es una imagen vintage. Filmada en Umatic (la proyección en ¾) con una imagen sucia y deslavada, que se quema y se va a blanco en los exteriores soleados, que corta las cabezas de los actores por la mitad en el extremo superior, que se percibe muy mal iluminada, como las teleseries de la época. La historia se va completando a través del montaje: pasa el tiempo / no pasa el tiempo. Larraín –en su trilogía-, juega constantemente con esa idea. En NO, los diálogos comienzan en un lugar y terminan en otro: las frases se inician en la oficina, siguen en la calle, se cierran en un bar. La playa, el roquerío, el asado, el pisco sour: la lluvia de ideas, las conversaciones eternas. ¿Cuál es el concepto de la dictadura? Dolor, miedo censura. ¿Cuál es el concepto de la campaña del NO? Alegría, fiesta. ¿Qué es más alegre que la alegría? Nada, la alegría es lo más alegre que hay.


Lo mejor: Su humor negro y mirada irónica.

Lo peor: Que este recorrida por cierto didactismo.










No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

Verano dentro.

Tengo un verano dentro, un sol incombustible que me irradia los ojos. A veces un incendio una hoguera  que me broncea la piel  y me aclara e...