domingo, 30 de junio de 2013

Viva calma.


Soy hombre, fantasma vivo,
creo en las páginas en blanco,
tengo a mi lado a un perro sabio
un animal brujo de esos que parecen humanos.

A veces cojo el último tren inevitable

esperando el nido exótico,
me siento remoto a veces
enfundado en la sábana y la distancia;
algunas noches me mudo en un lobo
y noto la electricidad en el bosque de jabones.


Me gustan los esqueletos, 
me suspenden los astros.
Me enamoran las esencias candentes
sin derivar en desiertos,
puedo soportar el álgido.

 Escribo  en el parque  de los tocados 

mientras veo vivir  a los metropolitanos
cuando  están solos y hacen cosas extrañas
como hablar solos o poner cara de tontos
cuando están enamorados.


Al final todo lo cura el impasible viento

que azota la vida en este punto del mapa,
en este pueblo perdido todavía no invadido
lleno de viva calma.

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