La explosión del átomo
tan incomprensible
como el pensamiento.
Tan sencillo y tan inabarcable
tan lejano y voraz como una noche de tigres
como una punzada de costuras
como un remaje en el viento de
unos labios de invierno.
A veces en el centro del incendio,
a veces disperso como un día gris
llenos de nubes,
a veces sin aliento,sin palabras.
Sin tiempo para entrar en coma,
para sumergirse en los sueños,
para saber que pasa por el filo
invisible en ese instante
lleno de cortezas y superficie.
A veces infatigablemente en vela
en la noche de caballos y de kilómetros.
Pensamiento que sale
de los lugares comunes o
de las tripas.
Siempre en traslación
como los satélites
en su rodeo infinito.
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