lunes, 1 de julio de 2013

La cabaña.






Una noche de humareda errante
en el que el tiempo se detiene
y vierte en el asfalto
un secreto amor
que baja de las colinas.

Una calle interminable
sin nadie y desnuda.
Un camino de derivas
que parte ahora 
hacia tu puerta prohibida.

Una mano en el fuego
como un oráculo.
Un centro diluido
que se sume en el olvido.

Una nave,
doblemente luz,
doblemente esquiva 
que me lleva a tus paredes.
Una pequeña cabaña
hecha de zarzas y espigas.

Un campo conquistado
en el cuarto.
Una mujer sin cuerpo
como un mutismo . 
Una conciencia 
como un navío
que se pierde en una isla.




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