lunes, 1 de julio de 2013

ENTREVISTA AL MARQUES DE SADE.








“La conciencia no es la voz de la naturaleza, sino sólo la voz de los prejuicios”

Donatien, Alphonse François de Sade, fue un escritor, militar y filósofo francés, conocido principalmente por sus obras eróticas, prohibidas durante mucho tiempo. El Marqués de Sade, fue el único hijo que tuvieron sus padres, naciendo y pasando su infancia en el palacio de los príncipes de Condé, ya que su madre era dama de compañía de la princesa. En 1750 ingresó a un colegio jesuita y cuatro años más tarde a la academia militar. En 1755 pasa a integrar el “Regimiento de Caballería Ligera de la Guardia del Rey”, y en la Guerra de los Siete Años logra el grado de teniente y capitán.

Tras el fin de la guerra, el Marqués de Sade se traslada a Lacoste y tiempo después se casó por interés de sus padres, con Renee-Pélagie Cordier de Launay de Montreuil, con quien tiene dos hijos.

En 1763 es encarcelado acusado de libertinaje y liberado gracias a la intervención de la familia de su mujer. A finales de 1764, toda la familia se traslada a París, donde el Marqués de Sade comienza a tener amantes. En 1768, el Marqués de Sade fue denunciado por una prostituta y encarcelado por siete meses. Tras obtener su libertad, se trasladó con la familia a Lacoste, viajando a Holanda a fines de 1769 y publicando un manuscrito. 


En 1772 fue acusado y condenado por envenenar a viarias prostitutas, pero huyó a Italia. En 1777, tras enterarse de que su madre agonizaba, volvió a París y fue arrestado y encarcelado.
En 1784 el Marqués de Sade fue trasladado a la Bastilla y en 1789 al manicomio de Charenton, siendo liberado en 1790. En 1801 volvió a ser encarcelado y declarado demente, viviendo en el manicomio, hasta su muerte.

María Silva.- ¿Cómo se describe así mismo el Marqués de Sade?
Marqués de Sade.- Imperioso, colérico, irascible, extremo en todo, con una imaginación disoluta como nunca se ha visto, ahí me tenéis en una cáscara de nuez... Mátenme de nuevo o tómenme como soy, porque no cambiaré.

María Silva.- ¿Cómo te hace sentir el hecho de que tu ideología te traiga tantos problemas?
Marqués de Sade.- Mi desgracia no es consecuencia de mi manera de pensar, sino de la de los demás.

María Silva.- Si los demás son quienes obstaculizan la vida de los otros ¿entonces no es posible alcanzar la felicidad?
Marqués de Sade.- ¡Santo Cielo! Si los hombres supieran al entrar en la vida las penas que les esperan y si de ellos dependiese volver a la nada, no habría uno sólo que quisiera emprender esta carrera.

María Silva.- ¿Tú crees en la justicia y la legalidad?
Marqués de Sade.- La ley solo existe para los pobres; los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren, y lo hacen sin recibir castigo porque no hay juez en el mundo que no pueda comprarse con dinero.

María Silva.- ¿Para ti cuál es la mejor forma de vivir?
Marqués de Sade.- Vamos a darnos indiscriminadamente a todo lo que sugieren nuestras pasiones, y siempre seremos felices...

María Silva.- De todo en lo que no estás de acuerdo con la sociedad en que vives ¿qué es lo que menos toleras?
Marqués de Sade.- La idea de Dios es el único error por el cual no puedo perdonar a la humanidad. Ninguna religión vale una sola gota de sangre.

María Silva.- ¿Por qué no crees en Dios?
Marqués de Sade.- Pienso que si existiera un Dios, habría menos maldad en esta tierra. Creo que si el mal existe aquí abajo, entonces fue deseado así por Dios o está fuera de sus poderes evitarlo. Ahora, no puedo temer a un Dios que es o malicioso o débil.

María Silva.- Eso quiere decir que no temes al infierno ni mucho menos esperas la gloria, ¿no es así?
Marqués de Sade.- La gloria seduce la imaginación, más no procura la menor voluptuosidad a los sentidos.

María Silva.- ¿Entonces qué esperas encontrar al morir?
Marqués de Sade.- ¡Me dais la muerte y queréis que yo viva! ¡Destruís mi esperanza y al mismo tiempo, la reanimáis! No, no moriré…

María Silva.- ¿Realmente crees que no morirás?
Marqués de Sade.- Haré mucho más que morir, viviré.






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