Empezó como una protesta por el derribo de unos árboles, pero creció hasta convertirse en la manifestación contra el gobierno de Turquía más grande y violenta en años.
Las movilizaciones empezaron cuando hace algunos días grupos ambientalistas se reunieron en el parque Gezi, cerca de la céntrica plaza Taskim de Estambul, después de que el gobierno talara unos árboles en el marco de un plan de desarrollo urbanístico.
¿Es este el Tahrir turco, es decir, una versión turca de la Primavera Árabe egipcia? No, a menos que los trabajadores participen, dice el analista de la BBC Paul Mason. Turquía tiene un gran movimiento obrero, y una gran población urbana pobre, y el lunes es un día de trabajo. Varios sectores están amenazando con una huelga general. Así que habrá que seguir los acontecimientos. Sin duda, es ya algo más que la versión turca del movimientoOccupy.
Además, agrega Mahmut Hamsici, del Servicio Turco de la BBC, el caso turco no tiene un componente político tan marcado como el egipcio, donde los Hermanos Musulmanes tomaron preponderancia.
Nuevamente, habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos y si algún partido político toma la delantera en este fenómeno, hasta ahora, heterogéneo.
A los ambientalistas se les sumaron jóvenes, opositores y diversos ciudadanos indignados con lo que consideran un gobierno autoritario, encabezado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), una agrupación de centroderecha con raíces islamistas.
Las movilizaciones volvieron la mirada del mundo hacia un país considerado un bastión de estabilidad en una región convulsa y volátil.
La policía reaccionó a las protestas con cañones de agua y un uso desmedido de gases lacrimógenos, lo que dejó decenas de heridos. Eso fue el detonante de una marea humana que se volcó a las calles de Estambul, Ankara (la capital turca) y otras ciudades para exigir la renuncia de Erdogan, al que llaman "dictador" y al que le critican su estilo desafiante.
Las autoridades dicen que más de 1.700 personas han sido detenidas en manifestaciones en 67 pueblos y ciudades, aunque muchos ya han sido liberados.
Mahmut Hamsici, periodista del Servicio Turco de la BBC, explica que aunque parece muy poco probable que consigan derrocar a Erdogan -que aún cuenta con gran apoyo de los sectores conservadores- las marchas han logrado un fuerte efecto psicológico entre la atomizada oposición, insuflándole optimismo y una sensación de que un cambio es posible.
La mayoría de los manifestantes son "jóvenes laicos y apolíticos de clase media que nunca protestaron en su vida y que ahora sorprende verlos lanzar piedras a la policía", explica Hamsici, aunque la multitud de manifestantes es heterogénea y aglutina a grupos nacionalistas seculares, sindicatos, nacionalistas kurdos y activistas.
El eslógan principal -presente en redes sociales, carteles y banderas- es "todos somos hijos de Ataturk", en referencia al hombre considerado como el padre de la Turquía moderna. Es decir, somos una república laica y estamos preocupados por el uso autoritario del poder del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, junto con una islamización progresiva.
Suma de enojos
Los motivos de descontento son variados. Como explica Hamsici, se trata de una "suma de enojos":
El más inmediato es el plan para el parque Gezi y otros proyectos de desarrollo como la construcción de un nuevo puente sobre el Bósforo en Estambul, a pesar de que el impacto ambiental no ha sido suficientemente analizado. El puente fue inaugurado con una pomposa celebración y se le dio el nombre del sultán Selim el Severo, eladversario más cruel de alevitas y chiítas en la historia otomana.
Un antecedente de esta ola de protestas fue la prohibición de celebrar el 1º de Mayo pasado en la plaza Taskim. Eso desató protestas que terminaron con represión policial y al menos 28 heridos.

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