miércoles, 11 de julio de 2018

Lisboa.

En el barrio alto hay un balcón
donde se cotemplan las cabezas
envadurnadas de un arenal de ceniza ;

allí se escuchan fardos
con sus pardas espinas
y en sus nubes de barro
se teje la brisa.

En el barrio alto
hay un balcón
para destramar las texturas
de las ropas viejas
y notar la lluvia en los huesos.


En el barrio alto hay un balcón
de tarde ríspida
como una dureza de manos de piedra

que puede reventar la aurora
o tocar estrella.


En los altos territorios
de tenderetes deshabitados
sus espejos lluven de ausencias

y la luna esta llena,
llena de sueños y caballos

 mirándonos allí quieta. 

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